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Descripción
El Gigante Egoísta relata la historia de un gigante que se
aislaba socialmente, puesto que cuando era niño, los
amiguitos del pueblo lo apartaban y no lo dejaban jugar
con ellos. Vivía en un castillo y tenía el jardín más bonito
del mundo. El gigante se ausentó durante una larga
temporada con su único amigo de la infancia, el Ogro. En
su ausencia, para los niños y niñas del pueblo fue el lugar
perfecto de diversión. En primavera, el jardín se llenó de
flores, los pájaros se posaban en los árboles y cantaban.
Llegado el otoño, el gigante decide regresar y al
encontrarse su jardín lleno de niños y niñas jugando, se
enfada mucho y los despacha. Además, decide construir
un muro para que nunca más puedan entrar. El jardín
sufrió un cambio drástico; la vegetación no florecía y el
clima se volvió frío y triste. Por más que viento, lluvia y
granizo intentarán convencerlo, no hubo manera de que
cambiara de opinión y en su jardín fue invierno durante
mucho tiempo. Un día cualquiera, al asomarse por la
ventana, vio que la primavera había llegado a su jardín,
había florecido. Los niños y niñas habían entrado por un
agujero del muro y jugaban contentos y felices. Pero había
un niño, David, que dado su gran tamaño y torpeza, tuvo
dificultades para entrar. Todos sus amigos lo ayudaron y el
Gigante al ver tal estampa, se conmovió y le hizo
reflexionar. Se dio cuenta de que los niños y las niñas
traían la primavera a su jardín; que no eran como los de
antes, sino personas bondadosas, amables, empáticas y
cariñosas. A partir de ese momento, el Gigante se integra
en los juegos de los niños y niñas y celebran la felicidad
tan inmensa que siente al sentirse tan querido.